Conocer y emplear cada tipo de abono según nuestras necesidades nos ayudará a mejorar el rendimiento de nuestros cultivos
Los abonos o fertilizantes son fundamentales en agricultura, sobre todo en cultivos intensivos, ya que es preciso cubrir todas las necesidades de nutrientes de las plantas durante su crecimiento.
La experiencia
y la investigación han permitido que actualmente encontramos en el mercado una
amplia variedad de abonos. Por ello, podemos clasificarlos de muy diferentes
formas.
Tipos de abono según su origen
Uno de los
métodos clásicos de clasificar los abonos es por su origen, es decir, de dónde
se obtienen. De esta forma podemos encontrar abonos minerales y abonos orgánicos.
Los abonos
minerales proceden en su mayor parte de la extracción minera. Estos compuestos
se procesan posteriormente para obtener los componentes que interesan en la
proporción adecuada.
Los abonos
orgánicos proceden fundamentalmente de restos de otras plantas y cultivos, que
se someten a cierto proceso de descomposición, o bien de los excrementos de
algunos animales, como del ganado, o de lombrices, como es el caso del hummus.
A priori, el
abono orgánico aporta más ventajas en cuanto a su capacidad de enriquecer el
suelo a más largo plazo ya que la aporta más nutrientes. Sin embargo, el control
exacto de su composición es difícil debido a que puede tener variados orígenes.
Si hablamos
específicamente de agricultura ecológica, debemos tener en cuenta que hay
algunos tipos de abono orgánico que están permitidos.
Otra de sus
ventajas es su coste económico más reducido, sobre todo cuando se emplea abono
proveniente de los propios cultivos o una explotación ganadera propia.
Tipos de abonos según su estado
Podemos
encontrar abonos tanto en estado sólido, como líquido o incluso gaseoso, aunque
los más utilizados de lejos son los dos primeros. La elección entre uno u otro dependerá
de nuestras preferencias y metodología de aplicación, así como la maquinaria agrícola de la que dispongamos.
En el caso de
los abonos sólidos, la presentación más habitual por su comodidad y facilidad
de manejo es la granulada. Este granulado puede estar formado por distintos
compuestos o bien por uno solo, en caso de que el agricultor prefiera hacer la
mezcla en las proporciones que desee, teniendo en cuenta las características
concretas de su suelo.
Aunque bien es cierto que lo más usual es comprar ya abonos complejos en cuya composición encontramos los nutrientes más necesarios. De esta forma podemos asegurarnos una distribución y una velocidad de disolución de nutrientes más homogénea, además de la comodidad de disponer de un producto ya preparado para su uso.
La composición de los abonos
Cualquier
agricultor con experiencia sabe que, para que los cultivos prosperen
adecuadamente, es necesario que la tierra disponga de tres nutrientes
esenciales en su composición, como son el nitrógeno, el fósforo y el potasio. El
archiconocido NPK.
Por supuesto
existen más micronutrientes necesarios para un suelo equilibrado y listo para
nutrir a nuestros cultivos.
Los abonos
orgánicos proporcionan nitrógeno, fósforo y potasio en diferentes proporciones,
según su origen.
Los abonos
minerales también cuentan con estos tres nutrientes fundamentales, pero,
además, pueden incorporar otra serie de micronutrientes útiles, como es el caso
del azufre, por ejemplo.
Para un
profesional de la agricultura, conocer las necesidades de su terreno con
respecto a los nutrientes que necesita en cada momento, es prioritario, ya que
de ello depende que prosperen correctamente los cultivos.