Descubre cómo funciona el cultivo superintensivo del olivar en España, sus ventajas, rentabilidad y el futuro del olivar en seto.
El olivar español ha vivido una auténtica revolución en las dos últimas décadas. Una transformación tecnológica, agronómica y productiva que ha dado lugar a un modelo que ya ha cambiado para siempre la industria del aceite de oliva: el cultivo superintensivo del olivar. Este sistema, también conocido como olivar en seto, permite alcanzar rendimientos impensables hace apenas unos años, reduciendo costes y mejorando la mecanización de la cosecha. En este artículo vamos a profundizar en qué consiste, cuáles son sus ventajas y limitaciones, qué rentabilidad ofrece y cómo se está extendiendo en España.
Qué es el cultivo superintensivo del olivar
El cultivo superintensivo del olivar es un sistema de plantación caracterizado por disponer los olivos en forma de seto continuo, con densidades mucho más altas que en el olivar tradicional e intensivo. Para que funcione correctamente, se emplean variedades adaptadas a esta arquitectura, con un crecimiento vertical y productivo en pocos años.
Este modelo suele basarse en distancias de entre 1,2 y 1,5 metros entre árboles y 3,5 a 4 metros entre calles, lo que permite alcanzar densidades superiores a las 1.500 plantas por hectárea. La estructura del árbol se conduce en eje, de forma muy similar a un viñedo moderno.
El uso de variedades como Arbequina, Arbosana, Koroneiki o Lecciana ha sido clave en la consolidación de este sistema. Todas ellas poseen una entrada en producción muy temprana, un tamaño controlado y una elevada capacidad de fructificación. El cultivo superintensivo está diseñado para ser mecanizado de principio a fin, especialmente para la recolección, donde entran en juego las cosechadoras cabalgantes, que permiten recoger la aceituna en cuestión de minutos con un mínimo impacto sobre el árbol.
Ventajas del olivar superintensivo en España
Una de las principales ventajas es su altísima productividad por hectárea. Mientras un olivar tradicional puede producir entre 2.000 y 5.000 kg de aceituna por hectárea, un superintensivo puede alcanzar fácilmente los 12.000 – 15.000 kg en campañas regulares. Esta diferencia es clave para la rentabilidad de las explotaciones.
Otra ventaja notable es su rápida entrada en producción, ya que puede comenzar a generar rendimiento comercial a partir del segundo o tercer año, muy por delante del sistema tradicional.
La mecanización total de la recolección es otro pilar del superintensivo. La utilización de cosechadoras cabalgantes reduce los costes laborales y aumenta la eficiencia, un aspecto especialmente relevante en un mercado con mano de obra limitada y cada vez más costosa.
A nivel hídrico, el superintensivo puede ser más eficiente cuando se gestiona correctamente mediante riego por goteo, sensores, sondas y tecnologías de precisión.
Desventajas y limitaciones del sistema superintensivo
Aunque el olivar superintensivo ofrece un enorme potencial productivo, también presenta limitaciones que conviene analizar con realismo. No es un sistema válido para cualquier explotación ni para cualquier climatología.
Una de las principales desventajas es la vida útil del olivar, mucho más corta que la del sistema tradicional. Mientras un olivar centenario puede seguir produciendo durante generaciones, el superintensivo suele tener un ciclo de entre 12 y 18 años, debido a la pérdida progresiva de vigor y estructura del seto.
Este sistema también exige terrenos muy concretos, con pendientes reducidas, suelos profundos y facilidad para mecanizar. Zonas con pedregosidad elevada, pendientes superiores al 12-15 % o limitaciones de acceso pueden quedar fuera del modelo.
La inversión inicial es considerablemente mayor que en un olivar convencional. Entre plantación, riego, estructura, plantones y maquinaria asociada, el coste inicial exige una planificación clara y una proyección económica sólida.
A esto se suma la dependencia de variedades muy específicas, que aunque funcionan muy bien en este sistema, reducen la flexibilidad frente a enfermedades, mercados o cambios climáticos.
Dónde se está implantando más en España
El cultivo superintensivo del olivar se ha expandido por muchas regiones españolas, aunque su adopción sigue patrones de clima, disponibilidad de agua y tipo de suelo.
Las zonas donde más se ha consolidado son Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Cataluña y Aragón. En Andalucía se ha implantado especialmente en Jaén, Córdoba y Sevilla, donde grandes explotaciones han apostado por renovar parte de sus fincas hacia modelos más competitivos.
Extremadura se ha convertido en una de las grandes referencias del olivar en seto, gracias a sus grandes superficies, disponibilidad de agua y terreno favorable.
En Castilla-La Mancha y Aragón, explotaciones más pequeñas y medianas han encontrado en el superintensivo una vía para aumentar su rentabilidad y competir en el mercado del aceite.
Rentabilidad del olivar superintensivo
Para analizar la rentabilidad del modelo superintensivo conviene ver la relación entre inversión, productividad y costes de explotación. La producción media por hectárea suele situarse entre 10.000 y 15.000 kg de aceituna, aunque en campañas excelentes puede superar estas cifras.
El coste de instalación puede ser elevado, pero la rápida entrada en producción ayuda a amortizarlo en pocos años. La reducción de costes de recolección es uno de los mayores puntos a favor, ya que la cosecha con máquina cabalgante puede suponer un ahorro de entre el 60 % y el 75 % respecto a métodos convencionales.
El riesgo principal está en la dependencia del precio del aceite. En años en los que el mercado baja, la rentabilidad puede reducirse rápidamente. Por ello, el superintensivo se considera un sistema para productores con visión empresarial y capacidad de adaptación a ciclos de mercado.
Maquinaria necesaria para el olivar superintensivo
Una de las claves del superintensivo es la mecanización. Este sistema depende por completo de la eficiencia y compatibilidad de la maquinaria con las densidades de plantación.
Los elementos más habituales en este tipo de explotaciones son los tractores estrechos, adaptados para trabajar en calles reducidas; las cosechadoras cabalgantes, que permiten recoger el seto rápidamente; los atomizadores de bajo volumen necesarios para proteger el cultivo en tratamientos fitosanitarios; y los sistemas de riego por goteo de precisión.
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Futuro del olivar superintensivo en España
El futuro del olivar superintensivo parece prometedor, pero no exento de retos. Las nuevas tecnologías aplicadas al cultivo —sensores, sistemas de visión artificial, algoritmos de riego y fertilización— están permitiendo optimizar aún más este tipo de explotaciones.
Sin embargo, el cambio climático y las restricciones hídricas obligarán a evolucionar hacia variedades más resistentes, modelos híbridos y técnicas más eficientes. El sector se dirige hacia un equilibrio entre productividad, sostenibilidad y ahorro energético.
España, como principal productor mundial, seguirá siendo referencia en la investigación y el desarrollo de técnicas de olivar superintensivo, exportando conocimiento y maquinaria.
Preguntas frecuentes sobre el olivar superintensivo
El superintensivo es un sistema dinámico y en constante evolución. Cada explotación debe estudiarse individualmente para determinar su viabilidad.
¿Qué densidad tiene un olivar superintensivo? Generalmente entre 1.200 y 2.000 plantas por hectárea, según variedad y marco de plantación.
¿Cuánto dura un olivar superintensivo? Suele tener una vida útil productiva de entre 12 y 18 años.
¿Qué variedades son las mejores para el olivar en seto? Arbequina, Arbosana, Koroneiki y la nueva Lecciana son las más usadas.
¿Es rentable hoy en día? Sí, pero depende del precio del aceite, el acceso al agua y el coste de instalación inicial.
¿Cuántos litros de aceite produce una hectárea? Como referencia general, entre 1.800 y 2.500 litros por hectárea en explotaciones bien gestionadas.


















